Para Vivaldi, el punto “separa oraciones cuando los pensamientos que ellas contienen, aunque relacionados entre sí, no lo están de modo inmediato.
Es decir, la diferencia entre el “punto” y el “punto y coma” es muy ligera, y representa una cuestión de matiz. Tanto es así, que encontraremos autores –no importa repetirlo una vez más- que ponen “punto” donde otros emplean “punto y coma” y viceversa.
Ramoneda, por su parte, explica que el punto, con el que se separan unidades autónomas de cierta extensión y con sentido completo, es la mayor pausa sintáctica que señala la ortografía. En la lectura, la duración de dicha pausa, aunque pueda variar según el sentido y la interpretación del lector, siempre es superior a la que señalan la coma y el punto y coma.
Existen tres clases de puntos: el punto y seguido, el punto y aparte y el punto final.
Con el punto y seguido se indica que, terminada una oración, en la que sigue se continúa tratando del mismo asunto o se abordan aspectos diferentes de una misma idea. El texto se prolonga en el mismo renglón, o en el siguiente.
Con el punto y aparte se señala que se va a pasar a otro asunto o a tratar del mismo desde otra perspectiva. Los períodos separados por este signo tienen entre sí menor relación, en cuanto a continuidad de pensamiento, que los separados por el punto y seguido. El texto sigue en otro renglón. También se emplea el punto y aparte en el diálogo después de cada intervención de los interlocutores.
El punto final señala la terminación de un escrito o una división importante en un texto: parte, capítulo, etc.
Nota. No debe ponerse punto después de los signos de exclamación o de interrogación:
¡Qué calor! ¿Dónde estabas?
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